¿POR QUÉ NO HEMOS VUELTO A LA LUNA EN 45 AÑOS?

Conteniendo la respiración, la humanidad siguió los movimientos de aquel astronauta, Neil Armstrong, caminando a cámara lenta por la superficie lunar. Corría julio de 1969 y los Estados Unidos habían logrado adelantarse a la URSS en la carrera espacial. Tras Armstrong, otros 11 astronautas de las misiones Apollo visitaron con éxito el satélite de la Tierra. Y la excitación del momento y los logros conseguidos hicieron que en aquella época se hablara de vuelos supersónicos de turistas que viajarían con frecuencia entre nuestro planeta y la Luna en las siguientes décadas.
Pero no ha ocurrido. Como tampoco hemos vuelto a poner un pie en la superficie lunar desde 1972. De hecho, ningún humano ha logrado ir más allá de la órbita baja de la Tierra desde entonces.

Parece una paradoja, porque en estos 45 años la humanidad ha sido capaz de logros espectaculares: detectar ondas gravitacionales, aplicar técnicas de edición genética para modificar embriones y tratar enfermedades hereditarias; desarrollar tratamientos prometedores para el cáncer; tener coches que se conducen solos; descubrir sistemas solares con exoplanetas en galaxias lejanas. Pero no hemos vuelto a la Luna. ¿Por qué?

Para contestar esta pregunta hay que poner en contexto el programa Apollo. Se gestó durante la Guerra Fría, en un momento en que Estados Unidos y la Unión Soviética competían ferozmente por demostrar quién lideraba el desarrollo científico y tecnológico. Con Kennedy en el gobierno, los soviéticos lograron lanzar primero un satélite al espacio y a eso se unía la humillación de bahía de cochinos en Cuba y la retirada de Laos. Para más inri, la URSS envió al primer cosmonauta al espacio. Kennedy no lo podía consentir y aceleró la puesta en marcha de la misión Apollo.

Eso era posible gracias a que EEUU llevaban trabajando en el desarrollo tecnológico espacial desde hacía mucho tiempo y tenían a punto el motor F-1, el más poderoso jamás construido, que permitió fabricar el Saturno V Luna, un cohete espacial. El asesinato de Kennedy en 1963 le dio al programa, además, un aura de homenaje a la memoria del presidente y ese año el gobierno concedió a la Agencia espacial americana una financiación del 3% del presupuesto total (Hoy en día es de apenas el 0,5%).



Fue así como los americanos lograron poner su bandera en la Luna en 1969. Después de eso, el logro estaba conseguido. Y a pesar de que había 20 misiones previstas, el programa acabó mucho antes. La carrera espacial consumía una cantidad ingente de recursos, algo insostenible para la administración americana, que empezó a recortar. La Guerra Fría, además, comenzó a perder fuelle, como la motivación política para mantener las misiones Apolo en marcha. Una vez demostrada su superioridad y haber plantado la bandera en la Luna, ¿para qué mantener un programa que resultaba tan caro? Y a eso se sumaba el inicio de la guerra del Vietnam.




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