EL INTERÉS CIENTÍFICO

Desde el punto de vista científico, volver a la Luna podría comportar grandes avances. Para empezar, se está planteando la presencia continuada de astronautas en la Luna realizando misiones que podrían durar meses. Eso implica el desarrollo de nuevas herramientas y tecnologías que además de la exploración espacial, beneficiarán a toda la humanidad, como lleva ocurriendo desde hace décadas. Por ejemplo: baterías de alta eficiencia, sistemas de almacenamiento de energía y de soporte vital, que luego se podrían aplicar en la vida en la Tierra.



“Hemos puesto satélites en órbita que nos han dado mucha información sobre ella y la hemos escudriñado desde la Tierra. Pero ahora queremos dar un paso más –explicaba Bernard Foing, astrofísico director del Grupo Internacional de Exploración Lunar, a Big Vang hace algún tiempo, a propósito de la base lunar que pretende poner la ESA en la Luna-. Poner una base permanente en la Luna contribuiría al desarrollo tecnológico, nos permitiría hacer avanzar la ciencia, superar los límites actuales del conocimiento que tenemos sobre la Luna, sobre la Tierra, sobre el Universo. Además, nos ayudaría a prepararnos para la exploración espacial de las regiones más alejadas del Sistema Solar y nos permitiría tener un proyecto internacional de cooperación pacífico”.

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